sólo ofrecen hambre y guerra

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...EL INFIERNO EN CASA...

lunes, 7 de septiembre de 2009

domingo en el metro-día, lunes en mi pieza-noche


Me siento tan indignada y robada desde que alguna vez Erika hurtó mis hojas llenas de cosas que no recuerdo pero que quisiera recordar... me robó mis escritos hace tantos años, digamos, 7, que a partir de entonces nunca me preocupa nada referente a las autorías ni a los escritos, todos imperfectos y plausibles de ser arrebatados sin razón alguna, sin gloria ninguna. Con seguridad acabaron en la basura... ya recordé algo: "Perro Muerto".

También es cierto que desde esa vez perdí toda intención de ser escritora y que desde entonces me revuelco en mi podrida intuición sin refinamiento ni técnica... igual nunca tuve talento y ya es hoy demasiado tarde para la ortopedia literario-poiética.

La cosa es que mi vida está toda llena de fragmentos inconclusos, pedazos aquí y allá de imágenes y principios y finales sin ton ni son. 

Mi proyecto de un diario ha fracasado y ningún calendario sobre pared recurrente me recuerda el día en que medio despierto, mal como y sufro insomnio. Sigo con mis gravísimos problemas de organización y de sentido.

En fin, últimamente cargo un cuadernito en el que sólo apunto notas escolares de Griego y Latín y en el que al revés, y hasta el fondo-final, hay líneas breves.

Admito que últimamente he tenido episodios recurrentes asociados con el "alcohol y sus demás acompañantes descabellados". Supongo que en principio esto así duele menos, pero al final siempre es más deprimente despertar en medio de la nada, sucia y seca.

Domingo 06 de septiembre de 2009. Viaje en metro, breve y largo. Día soleado y nublado.

 

 

Línea 4

Una mujer entra al vagón dejando una estela roja, de sangre diluida en aguas inmundas, desde su bolsa del mandado asoma el cadáver de un pollo blanquecino con manchones amarillos de tóxico colorante.

 

El desayuno está servido.

 

Otra mujer vende agonía en forma de “paletas del monte”, “5 pesos le vale, 5 pesos le cuesta”… y sus ojos no me miran, ni como a potencial cliente ni como a ser vivo.

 

Los humanos están en clara extinción.

 

Y la vida sigue en el metro, junto a B. que inhala mis miserias en silencio. Estamos a punto de llegar a la estación del metro que nos conduce a mi recoveco secreto y público. En realidad llega apenas el trasbordo.

 

 

 

Un poco más tarde:

 

Línea 8

Hoy vi a dos hombres en la misma posición, con el mismo gesto en 2 situaciones igualmente absurdas. Uno cagaba en las vías de un tren que pasa muy poco y el otro estaba sentado en medio de todo sobre una cubeta. Me pregunto si eso es mi alimento y si no resulta demasiado triste que así lo fuere.

 

Una lágrima cruza delatora el rostro de B. y escucho a Vivaldi porque un señor con billetes entre los dedos vende un disco “lo mejor de la música de relajación y meditación” que incluye “temas de superación personal” y extrañamente a Vivaldi.

 

Qué cosas se ven en este mundo, el mío y el de todos, porque no soy especial.

 

Y las lágrimas invisibles siempre están cruzándome delatoras el mortecino rostro, hoy un poco más pálido y seco por los efectos del alcohol.

 

Tengo tanta sed y tanto dolor de cabeza que le leo cuentos oscuros a B. en el metro, esperando que mis invocaciones tangenciales de la noche hagan este día menos soleado y déjenme decirlo, ha funcionado, aunque sea yo una vil cosa sin dinero y sin salud.



Lunes 07 de septiembre de 2009. Muy de noche.

 

Es la noche de las noches, así tiene que ser. La vivo tan terriblemente, tan dolorosa y absurdamente. La negra noche de las negras noches.

 

Desconcierto, tristeza y dolor. Amargas lágrimas y pastosos besos. Alcohol y sus demás acompañantes descabellados.

 

Es claro que la rueda completa una vuelta cada 5 años y espero la venida de un nuevo ciclo, de cariz menos oscuro… esta es una curva cada vez más abrupta, más abisal y más celeste. Me pregunto si tus ojos pertenecen a la primera o a la segunda montaña.

 

Y hay una línea-espejo que les divide y que marca dos sentidos: positivo y negativo. El espantoso reflejo me deja estupefacta, el espectáculo es tan simétrico.

 

Hasta ahora había pensado que sabía cuál era cuál y veo con horror que en realidad no lo sé y que nunca lo supe ni podré saberlo. Veo que el arriba-abajo es arbitraria convención y que en realidad no sólo es que el arriba pueda ser el abajo en un momento, sino que los lugares se intercambian tan frenéticamente que no me queda ya ni la simple certeza de saber dónde estoy parada.

 

Dudo que sean dos lugares, ya no creo en el arriba-abajo y sí, mis lágrimas ya no tienen sentido ni tus labios morados.

 

Pero creo que estoy en la parte oscura… no, no lo sé, a veces todo parece tan claro.

 

Es obvio que se trata de un cilindro, de una superficie cuya característica principal es que los extremos se tocan y confunden, es una sábana sucia sin principio ni fin, cosida por los extremos infinitos, que ondea sobre aguas caprichosas, sobre una masa acuosa ubicada dentro de este cilindro imposible, y caprichosas son las mutaciones en los extremos, de modo tal que nunca sé si es cierto que hay sólo dos extremos. Comienzo a pensar que se trata más bien de un cono de tela rota y roja.

 

No importa, a lo que voy es a que no hay tal línea que separa montañas simétricas ni noches ni días, todo ha sido una falsa apariencia. Pero de apariencias es esta vida podrida, entonces es realidad absoluta que estoy en la parte negra y abisal… ¿será verdad que mañana comienza el nuevo ciclo claro y celeste?

 

Lo dudo tanto.


1 comentario:

Anónimo dijo...

sobrecogedor