Jueves 1º de enero de 2009, México, desde mi cueva cárcel hogar, 7 p.m.
Vivimos, como desde hace milenios, en una asquerosa sociedad de clases… no sé si mi dolor de panza es producto de ésta o del kilo de mandarinas que comí antes del pescado horneado… como sea, esto es insoportable.
Mi intención es comenzar un diario y no sé si lo lograré, porque desde hace muchos años que no acostumbro a escribir, y eso es claramente producto de mi depresión ya vieja, ya podrida y de la cual estoy más que harta… pero nada he podido hacer, ni el psiquiatra, ni los buenos deseos. Creo que es imposible dejar de sentirme tan mal, día y noche, noche y día.
Aunque sé que mi dolor y mi tristeza la comparten millones de seres humanos, quisiera poder recuperar mis ganas de escribir y un poquito de esa voluntad incansable que me caracterizó en la adolescencia, pero no, pero sí… no sé si podré escribir.
Hasta esta línea he escrito muy mal, sin vuelo, sin gracia, sin nada…
Aclararé algunas cosas: este diario es para poder entenderme un poco y registrar las cosas que olvido tan fácilmente, los momentos buenos y las razones concretas de los malos. Sin embargo, me empuja una necesidad más general, más humana. Contar a mis semejantes lo que la vida ahora significa, el vacío, la soledad y la desesperanza constante, que como sombras ineludibles, nos persiguen. Nos persiguen como el día a día en el trabajo, en la escuela, en la casa… porque estamos atrapadxs en una cotidianidad tan deshumanizadora, tan sucia y tan opuesta a nuestros deseos de vivir.
Es así, y quizá, espero y deseo tanto, algún día sea distinto. Un mundo aguarda agazapado en la destrucción de este y muy pocxs se dan cuenta.
Pero tú, ustedes, saben que es posible, que fue posible… y por eso puede ser de alguna utilidad anticuaria lo que yo pueda decir respecto a éstos, el tiempo, el lugar y las circunstancias que me tocaron y contra las que me rebelo. Y hoy no lucho sola contra ellas.
Es aún 1º de enero del año 2009… y yo nací en el año 1985… todo parece tan lejano y tan cambiado desde que fui capaz de reconocer las situaciones en las que estoy. Mi infancia… mejor no hablemos de ella, fue feliz, supongo.
Y la cosa es que ayer, no, anteayer, estaba tan enojada porque llegaba el “Año Nuevo” y porque sé que lo que espera a la vuelta del año que terminó, 2008, tiene tan pocas perspectivas si seguimos como hasta ahora. Además de enojada, sola y desesperada porque mi casa es un desastre, una mezcla de olores desagradables, de frío, humedad y 7 gatos que por casi un mes estuvieron a solas con ellos y con el rencor que deben sentir, y no se explican, de vivir, sufrir, una humanidad que les domesticó y ahora les trata tan mal… yo me esfuerzo en hacerles semejantes, en no permitir que la relación malsana que necesariamente mantenemos llegue a extremos tan dolorosos y me empeño en ser su compañera. Pero alguien tiene el poder del dinero que compra alimento y que a altas horas de la noche se atreve a despertarlos para pedirles mimos, esa soy yo.
En fin, que los gatitos, 5 de ellos, son muy pequeños y cuando les dejé tenían 3 semanas y al paso del tiempo, en tranquilidad, atrapados y supongo felices, se dedicaron a orinar todo, a hacerse salvajes, irrespetuosos de la ley básica contra los malos olores. No les culpo, sólo entré a mi casa, luego de la ausencia, y lloré y grité y pateé las puertas… pobres, les abré asustado tanto… y cuando pude sentirme más tranquila, ayer, comencé a limpiar, poco a poco, porque ante la titánica tarea y la más mínima muestra de su magnitud, lloro de nuevo y me desespero y grito y pateo.
Así que no está limpio aún, pero lo estará. Un poco de orden exterior me ayudará a mantenerme operante en este infierno de vida citadina.
No sé si haré bien en recurrir a este lugar para planificar mis tareas… no, creo que no es lo mejor, esa actitud maniática y controladora la dejaremos morir junto con los diarios de épocas mejores…o peores, aún no lo sé. Respecto a esta sí que fueron mejores.
Y pondré un organizador de papel en una pared recurrente para saber qué sigue. Es patético que ha este extremo haya llegado mi primigenia renuencia a la rutina y a los deberes forzados, pero hoy en día, todo, absolutamente todo, es o puede ser, un deber forzado. Entonces es mejor dejar de despotricar contra ese hecho, porque sólo he conseguido hacer de mi vida una patética pataleta no contra el mundo, sino contra mí y mientras viva, es un tanto estúpido tratar de destruirme sin llegar al punto de no retorno.
Y del punto de no retorno he regresado sólo en mi imaginación y en mi capacidad para mentirme y engañarme… pero hasta de eso estoy cansada.
Esta es la sociedad de clases capitalista, la sociedad donde las exacerbaciones de género, de raza, de ideas y de todo lo posible, se potencian al infinito… y a mí me ha tocado la peor parte en la mayoría de las opciones abiertas a la suerte. Sin embargo estoy muy orgullosa de haber escogido una en particular, mi única y genuina esperanza, una esperanza tan contradictoria y tan menospreciada por el orden del mundo, que me eleva, no solo en mi imaginación mentirosa y necesitada de actitudes genuinas, sino en la realidad, en el día a día. Todo es opción y en lo que he podido escoger respecto a esta cada vez más dicotómica realidad, la de clase, creo que he escogido bien.
Y qué podrido que yo misma llame a mi imaginación “mentirosa”, es que hoy es así; no podemos soñar ni imaginar pues si lo intentas, terminas siendo una fracasada y por tanto, mentirosa. Porque los sueños y deseos personales son de verdad casi imposibles hoy, son francas mentiras que sólo te hacen sufrir. Sin embargo, y es una derrota, prefiero llamar a mi esperanza de otra manera, porque hoy la esperanza es tontería, es autoengaño… pero esta esperanza que tengo, esta esperanza… es posible y necesaria.
Algún día, quizá ese en el que alguien lee en un mundo distinto, la imaginación vuelva a ser una de las más puras y felices realidades y dejen de ser mentiras los anhelos verdaderamente humanos, como el desear con todo el corazón no estar sola, no estar cansada, pobre y desdichada.
Hoy comienza el año y para el mundo de las clases, inicia hipócritamente un esperado “mejor año”… yo deseo que sea peor, que no haya más que descontento y disgusto, que nadie siga creyendo en las que sí son mentiras convertidas en verdades por esta sociedad, que todxs guarden su esperanza lejos de la mentira y que sea un año definitivo y mejor sólo en nuestro sentido, en el de recuperar el ánimo y la poca alegría que queda, luchando contra esta asquerosa sociedad de clases.
De verdad, y nunca lo había hecho en la vida, deseo para la humanidad y por ende para mí y mis compañerxs, un año lleno de la alegría de tener esperanzas ciertas y realizar actos que desmientan la mentira y abran el camino a un nuevo y verdadero mundo.
Hoy Prometeo quiere ser Proletarix y llamarse Comunista
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